31 de marzo de 2020
El cohete de papel
Había una vez un niño cuya mayor ilusión era tener un cohete y
dispararlo hacia la luna, pero tenía tan poco dinero que no podía comprar
ninguno. Un día, junto a la acera descubrió la caja de uno de sus
cohetes favoritos, pero al abrirla descubrió que sólo contenía un pequeño
cohete de papel averiado, resultado de un error en la fábrica.
El niño se apenó mucho, pero pensando que por fin tenía un cohete, comenzó
a preparar un escenario para lanzarlo. Durante muchos días recogió papeles
de todas las formas y colores, y se dedicó con toda su alma a dibujar,
recortar, pegar y colorear todas las estrellas y planetas para crear un espacio
de papel. Fue un trabajo dificilísimo, pero el resultado final fue tan
magnífico que la pared de su habitación parecía una ventana abierta al espacio
sideral.
Desde entonces el niño disfrutaba cada día jugando con su cohete de papel,
hasta que un compañero visitó su habitación y al ver aquel espectacular
escenario, le propuso cambiárselo por un cohete auténtico que tenía en casa.
Aquello casi le volvió loco de alegría, y aceptó el cambio encantado.
Desde entonces, cada día, al jugar con su cohete nuevo, el niño
echaba de menos su cohete de papel, con su escenario y sus planetas, porque
realmente disfrutaba mucho más jugando con su viejo cohete. Entonces se dio
cuenta de que se sentía mucho mejor cuando jugaba con aquellos juguetes que él
mismo había construido con esfuerzo e ilusión.
Y así, aquel niño empezó a construir él mismo todos sus juguetes, y
cuando creció, se convirtió en el mejor juguetero del mundo.
Había una vez un niño cuya mayor ilusión era tener un cohete y
dispararlo hacia la luna, pero tenía tan poco dinero que no podía comprar
ninguno. Un día, junto a la acera descubrió la caja de uno de sus
cohetes favoritos, pero al abrirla descubrió que sólo contenía un pequeño
cohete de papel averiado, resultado de un error en la fábrica.
El niño se apenó mucho, pero pensando que por fin tenía un cohete, comenzó
a preparar un escenario para lanzarlo. Durante muchos días recogió papeles
de todas las formas y colores, y se dedicó con toda su alma a dibujar,
recortar, pegar y colorear todas las estrellas y planetas para crear un espacio
de papel. Fue un trabajo dificilísimo, pero el resultado final fue tan
magnífico que la pared de su habitación parecía una ventana abierta al espacio
sideral.
Desde entonces el niño disfrutaba cada día jugando con su cohete de papel, hasta que un compañero visitó su habitación y al ver aquel espectacular escenario, le propuso cambiárselo por un cohete auténtico que tenía en casa. Aquello casi le volvió loco de alegría, y aceptó el cambio encantado.
Desde entonces, cada día, al jugar con su cohete nuevo, el niño
echaba de menos su cohete de papel, con su escenario y sus planetas, porque
realmente disfrutaba mucho más jugando con su viejo cohete. Entonces se dio
cuenta de que se sentía mucho mejor cuando jugaba con aquellos juguetes que él
mismo había construido con esfuerzo e ilusión.
Y así, aquel niño empezó a construir él mismo todos sus juguetes, y
cuando creció, se convirtió en el mejor juguetero del mundo.
Actividades
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* Copia las pregustas en tu cuaderno
de tareas y contéstalas.
1. ¿En dónde jugaba el niño con su cohete de papel?
2. ¿Cómo era el lugar donde jugaba?
3. ¿Por qué crees que le gustaba tanto jugar con su cohete de papel?
4. ¿Quién le regaló otro cohete?
5. ¿Por qué crees que le regaló otro cohete?
* Elabora tu propio cohete de papel.
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